miércoles, 27 de julio de 2011

Tarde de taberna.



Tarde de sol y taberna.
Tarde de vino y garganta,
de baraja y soleá,
de cante hondo y guitarra.
Curioso, el sol se filtra
por la mugrosa ventana.
Junto con el humo forma,
haces de luces doradas.
El ambiente huele a humo
de tabaco, a fritanga.
Huele a pobreza perpetua,
huele a simpleza aldeana.

¡Yo me encendí el cigarro,
yo vi el molino!

Cantan arrugadas voces,
que de arrugadas gargantas
van saliendo a borbotones,
como si de fuente, agua
fuera, cristalina y rica,
de manantiales del alma.
Cantan cuarenta en la mesa,
la suerte, que es siempre rara,
sonríe a algún parroquiano,
sonríe esta tarde en las cartas.
El vino corre a raudales;
el desasosiego amansa.

¡Se me apagó el cigarro,
perdí el camino!

Retorna con sus quejidos;
vuelve a cantar la guitarra.
Arrugada y quejumbrosa,
vuelve a alzarse la garganta.
Unos ojillos de niño,
desde su inocencia blanca,
quiere crecer cuanto antes,
desertar de la infancia,
cantar, como sus mayores
para alegrar su desgracia,
fandanguillos de taberna,
con vino, guitarra y baraja.

¡Perdí el camino, madre,
perdí el camino!

Ya se nos viene la noche;
la curiosidad apaga,
del sol tibio de la tarde,
su luz tranquila y dorada
que a través de los cristales,
se hacía presente en la tasca.
La noche va apagando ya,
las suertes de la baraja,
los fandangos machacones
y la voz de la guitarra.
¡Adiós, tregua de taberna
de vino, cante y baraja!

¡Se me apagó el cigarro,
perdí el camino!

lunes, 18 de julio de 2011

Caminando por mi vega.

Andando,
caminando a la caída de la tarde por mi vega;
los gorriones revoltosos me saludan, la yerba
ribereña del camino, antes verde, ahora está seca.
El agua de la acequia grande, se desplaza enérgica,
rauda y veloz, formando olas pequeñas,
en busca de fundirse con la parduzca tierra.
En su vigoroso andar hay priesa,
por dar vida a las generosas huertas.
Todo en el aire huele a vega,
a agua que corre por las acequias.

El sol, ahora, menos aprieta.
Pronto se retirará, retomando su vespertina senda.
Un hombre desgarbado, moreno, quemado, aprovecha,
del fuerte sol, mortecino ya, la tregua.
Trabaja agachado hacia la tierra.
Hacia el sur, los pequeños cerros fronterizos nos observan,
observan la quietud de la inmensa llanura de la vega,
en la tarde, que poco a poco, se va apagando serena.
A lo lejos suena el esquilón de la vieja iglesia,
que insistente, llama y, como si de una fábrica fuera
una sirena, los labradores dejan
su lucha, su faena.
Hasta mañana.

Yo sigo andando,
caminando a la caída de la tarde por mi vega.
Me quedo solo, mientras la tarde se va marchando.
Me quedo solo, con el agua que sigue andando,
corriendo veloz para fundirse con los campos.
Me quedo solo con mi vega.

sábado, 16 de julio de 2011

Desengaño.

Engaño desanudado. Mazazo
en el centro de un alma cándida,
que tras caer del guindo, una lapida
bajo la que enterrar tan vil porrazo,

busca que te busca a corto plazo,
con que tapar la muestra escuálida
de amor del engañante. Estúpida
inocencia, diana del flechazo.

¡Pobre de ti, creyente parvulario!
Carne de tocomocho perpetuado,
que repites en el calendario,

tantas veces como el endeudado,
hasta entonces en su armario encerrado,
te declare hundido y tocado.

domingo, 10 de julio de 2011

Noche.



Suena el silencio en medio de la noche
que luce en su oscuro vestido el broche,
creciente y argentino de la luna,
que reina, creciente, bella, que acuna
mi vagar por el camino del sueño,
por reinos de los que no soy dueño,
ni señor, ni príncipe, ni redentor.
¿Es la noche mi medicina mejor?
Noche apagada, negra y confusa,
a veces suave como una blusa
de seda y de mujer amorosa
y atrayente, como una rosa
cuyo olor baile un vals interminable,
con la brisa suave y memorable
de una noche sin principio ni final.

¡Noche sin duelo, noche con paz,
brilla en el cielo luna inmortal!

¡Oh noches de vigilia del poeta,
del insomne, del guardián, del asceta!
Noche negra, sin luna ni horizonte,
guiada de la mano hacia el monte
de las ánimas, por la inoportuna
pesadilla, que por mera fortuna,
no sobrepasa la linea oscura,
de una noche de novilunio, dura,
de una noche con principio y con final.

¡Noche con duelo, noche sin paz!
¿Dónde en el cielo, luna inmortal?.

jueves, 7 de julio de 2011

Aquí estoy...



Aquí estoy, pueblo.
Soy aquel que te dejó, una mañana de febrero.
Aquel que errante, se fue tierra adentro.
El que cambió tu suave brisa, por un viento
frío, arisco, desconocido y seco.
Soy quien te recorre, día a día, en sueños.
Soy aquel que despierto,
sueña con volver a ti, una mañana de febrero.
Pasaba por aquí y por aquí te escribo
para decirte:
¡Aquí estoy pueblo!

lunes, 4 de julio de 2011

El Mar.



Unas gaviotas juegan a lo lejos, fingiendo que pelean.
Un perfume salino lo inunda todo. Es el perfume del mar.
Ese mar testarudo, norteño, que se empeña, una, otra, y otra vez en ganar la partida a la tierra firme, y arremete contra ella, y salta por encima de ella, y a veces la asusta, y aveces parece, incluso, como si el mar venciera la partida a la tierra rocosa.
El cielo se ha vestido de un azul neblinoso, claro, casi blanqecino. El sol pica, suave, persistente. A lo lejos, allá, unos pescadores retornan a puerto de intentar engañar al mar. En los montículos circundantes, la primavera ha tendido una suave alfombra verde en el suelo. Más abajo, los acantilados lucen sus porosos y desgastados cuerpos, arrugados, cansados de siglos de lucha cotidiana contra el bravo mar, contra el insistente mar.
A lo lejos, unas gaviotas juegan, fingiendo que pelean.

sábado, 2 de julio de 2011

Llega la noche.



Llega la noche, y las luces del cielo se apagan.
Llega la noche, las luces de los sueños se levantan,
y vuelan desde la pobreza de las casas blancas,
y las mentes de los niños viajan en sábanas
frías, por el calor del hogar apenas calentadas.
Las chimeneas sueltan humos de esperanza,
y la injusta pobreza campea a sus anchas,
y entre las manos de su padre, tan trabajadas,
un niño juega con las melodías que le canta,
ese padre cansado, que con canciones espanta,
a la pobreza encalada