martes, 2 de marzo de 2010

La Caída.

Toca tu lira, romano,
tócala con indolencia.
Orgías de bizantinos
de vino, lino y seda.

Más allá de sus murallas,
paciente el bárbaro espera;
paciente sobre el caballo,
a que abra ya sus puertas

la inmortal Babilonia,
que blanca y desnuda espera.
No temas nada extranjero;
no temas cruzar sus puertas;

dentro no te espera Esparta;
dentro te espera Atenas,
esa que enseña a sus hijos
a reposar sin cautelas.

Esa que vive pendiente
de diamantes y de perlas;
la que su bienestar pone,
sobre espaldas extranjeras.

Gorda, ya, está la Atlántida;
su final está ya cerca.
Socavada por las hordas
de extraña sangre nueva;

que limpiarán sus ciudades
de inmundicias y vilezas;
que trabajarán sus campos,
con laboriosa firmeza;

que renovarán el flujo,
que corre por sus arterias;
que edificarán molinos,
y no pirámides petreas.

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