lunes, 23 de noviembre de 2009

La Autodestrucción.

En medio de dorados campos,
de arcilla, sus pirámides
alzaron, los adoradores
del áureo dios de la molicie.

Tan eternos como el cordero
creyeron ser, mas modelada
de arcilla, como sus torres,
su soberbia cayó inerte.

Sus veloces caballos, pasto
no encontraron que llevarse a la
boca. Su oro, galopante
como el viento, desapareció

y se vino abajo con su dios
y su macabro credo, vano,
carente de toda humanidad,
agreste a la Madre Tierra.

Se acallaron sus músicas.
Sus macabras danzas, cesaron.
Desaparecieron ídolos,
en el fragor de su avaricia.

Sus oxidados cuerpos yacen,
quemados por el astro rey,
absorbidos por la natura,
contra la que hicieron la guerra.

Se desmoronaron sus torres.
Sus ídolos, su credo, su dios,
desaparecieron y fueron
pisoteados por los justos.

El Retiro.

Manto verde en el estío.
La opulencia de visón
viste, el invierno frío.

Bermejos peces deslizan,
en lo asemejado a un río,
sus corazas escamadas.

De infancia opulenta, gritos,
juegos, patines, en medio
del pulmón verde, retiro.

Fuera de el, ciudad cruel,
dentro, oasis del olvido,
en la tarde azul, tranquila.

Almas negras, muertos vivos,
los timbales hacen sonar,
para bajarnos del limbo.

sábado, 14 de noviembre de 2009

Madrid.

Donde el ángel caído
reencontró su morada.
Donde se encuentra el templo
de la opulencia falsa.

Donde la virtud, tiempo ha,
fue vilmente desterrada,
por los maestres del mal,
arquitectos de la magia.

¿Quien te ha vestido, Madrid,
con seda tan desgastada?
¿Quien, con servilismo y maldad,
ha ensuciado tus jornadas?

Han construido pirámides,
en medio de tus corralas.
En nombre de la falsedad,
te han envenenado el alma.

Inhabitable te han hecho,
cosmopolita y rara.
Avanza su prosperidad,
robándote a ti tu gracia.

En mi vejez te diré adiós,
con la alegría de mi alma.
Tras haber sufrido en ti,
volveré a mi infancia blanca.

lunes, 9 de noviembre de 2009

La Danza de Sefarad.

Danza y danza Sefarad,
en un baile de disfraces,
de vino embriagada y ciega.

Danza, pese a su futuro,
de una vida a la intemperie,
pero danza y no para.

Danza, y en la danza deja
toda su mortal belleza,
que encanece sus cabellos.

Danza, sin mirar para atrás,
solo mira adelante,
con ojos marrones ciegos.

Cesa de danzar Sefarad,
ya no tocan los músicos.
Sefarad se tambalea.

Y en su vejez recuerda,
cuando de joven danzaba,
un son difícil de danzar.