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domingo, 3 de marzo de 2013

No es tiempo de azul cielo.

No es tiempo de azul cielo,
sino negro de tinieblas,
los campos fríos y secos
quieren lluvia de respuestas.
No es tiempo para llorar,
es tiempo de elevar quejas.
La leche que se derrama
quiere lágrima y tristeza,
y la protesta requiere
goterones de firmeza.
El gris invierno se alarga,
la primavera no llega,
el frío agota la esperanza
de la gente de esta tierra.
Un día, los ídolos caerán,
se romperán las cadenas,
caerán con ellos los yugos,
embestirán con firmeza,
los bueyes que los llevaban
en sus espaldas a cuestas.
Hasta que llegue ese tiempo,
hoy sólo es tiempo de vela,
porque hoy el cielo está oscuro
y la noche viene negra,
los valles aún se confunden
cubiertos de densa niebla,
la noche aún está opaca,
oculta está su belleza.
Los bueyes, en los caminos,
dan dos pasos y tropiezan,
no han encontrado pastores
que les agarren las riendas,
que les conduzcan a prados,
y los retengan en cuesta.
La noche todo lo cubre,
con su dura manta negra.
Del cielo apenas se ven
unas lejanas estrellas.
La esperanza no se pierde,
muriendo está ya la niebla,
y vendrán muchos pastores
cantando por las veredas,
y llevarán a los bueyes
a prados de hierba fresca,
y el cielo será azul,
y en medio de las tinieblas,
alumbrando los caminos,
reinará la luna llena,
para que los mansos bueyes
no tropiecen con las piedras,
y vayan por los senderos
oteando las praderas.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Viento y agua.

Somos viento y agua;
el viento que agita
el trigo en la amada
vega, de mi vida,
de mi más tierna infancia.
El agua que corría
hacia la tierra parda,
o corría tranquila
por el viejo Guadiana.
Somos agua y viento
que agita las cañas,
y somos tibia brisa
en la madrugada,
que mitiga el esfuerzo
duro de la jornada.
Somos campo, aceite,
olivo y escarcha,
caras color cobrizo,
manos amarronadas
de sacarle a la tierra
raíces y estacas.
Somos rocío limpio
que baña las mañanas
del otoño de nieblas,
que mi tierra empaña.
Somos viento de enero
que en las noches opacas
aulla como un lobo
buscando carne blanca.
Somo agua de abril,
caída cuando demanda
lágrimas del cielo gris
el trigo de las campas.
Somos campo, aceite,
olivo y escarcha,
el viento que agita;
somos viento y agua.

lunes, 2 de enero de 2012

Desde mi ventana.



Desde esta mi ventana,
veo el museo del cielo,
los matices pintados
en el inmenso lienzo,
cada día distintos,
cada día perfectos.
Ora gris oscuro,
ora todo el lienzo
de fino azul rasado,
a gusto del gran Maestro.
Intensa luz, día claro,
tarde roja de fuego
y en las noches de luna,
maestría oscura en el lienzo.
Desde esta mi ventana,
veo la obra del Maestro,
matizada cada día
con detalles perfectos,
de luz y de harmonía,
que solo alverga un museo;
el museo inmenso del cielo.

jueves, 10 de noviembre de 2011

De noche en la alcazaba.



Brillaba la blanca luna,
brillaba, sobre la alcazaba.
Brillaba en la noche oscura,
hacía la noche más clara.
En la oscuridad nocturna,
por la luna desvelada,
la torre de Espantaperros,
se hace vigía y capitana.
En las noches con luna,
lunas de noche clara,
asoma a la vieja torre
la figura de un fantasma.
¡Es Marwán que ya retorna
a defender su morada!
¡Es el hijo del gallego,
nacido bajo la espada!,
que vuelve a guardar su pueblo
cruzado por el Guadiana.
Que viene a guardar su viña
de la mordaz amenaza
de Muhammad, el Califa
de Córdoba, la sultana.
Badajoz no es toda mora;
tampoco es toda cristiana.
Pleitesía no le debe,
ni a Córdoba ni a Granada.
Vuelve Marwán a su pueblo,
las noches de luna blanca;
por la alcazaba pasea
su feroz, guerrera estampa.
¡Es Marwán el gallego,
nacido junto al Guadiana!
¡Que venga a luchar con él
quien quiera rendir su casa!
Es noche de luna llena,
que ilumina la alcazaba,
cuando el fantasma de Marwán,
pasea por sus terrazas;
oteando el horizonte,
velando por la amenaza,
que le vendrá desde el sur,
de Córdoba la sultana.

domingo, 16 de octubre de 2011

Noche de flamenco.



Como el canto de los lobos
en una noche estrellada,
cantando a la luna llena
en las sierras plateadas
de mi añorada tierra.
Al quejido acompaña
las acompasadas voces
de una vieja guitarra.
Primavera, verano ya,
luna de noche cerrada,
las tapias blancas, saltando,
va la voz de la guitarra.
¡Silencio!
Levantándose, va y anda,
una voz grave, aguda,
que a la par de la guitarra
alza su canto al cielo
de una noche estrellada.
Palmadas se han levantado,
y con voz y con guitarra,
en la quietud de la noche,
luna de noche cerrada,
cantan a la vida y al cielo,
cantan al cielo y a la nada.
¡Silencio!
La voz, despacio, se apaga.
¡Silencio!
Lo acompaña la guitarra.
Primavera, verano ya;
luna de noche cerrada.

domingo, 14 de agosto de 2011

Vuelve Boabdil a Granada.



Se volvieron a engranar,
los granos de la granada,
secó sus lágrimas Boabdil,
según volvía a la Alhambra.
Pendones de media luna,
henchidos entre las campas,
verdes como los cipreses,
rojos de sangre humana,
amarillos de vergüenza,
grises de nube y borrasca.

¡Es el rey Boabdil que vuelve!;
dicen voces acalladas,
que claman en los desiertos,
silenciadas en las plazas,
hundidas en negros pozos
de silenciosa mordaza.

¡El rey Boabdil ya regresa!;
cantan voces cortesanas,
tan dañinas con su tierra,
tan amables con la extraña.
Vuelve Boabdil a su trono,
en el alminar ya cantan,
muecines de voz en trueno
que al postramiento ya llaman.
Voces que ya están fundiendo
el bronce de las campanas,
las voces que como suyas,
estas tierras ya reclaman.

El cielo ya está llorando;
ya nieva en Sierra Nevada,
¡Vayan postrándose, gentes!,
¡Boabdil reinará mañana!.

miércoles, 27 de julio de 2011

Tarde de taberna.



Tarde de sol y taberna.
Tarde de vino y garganta,
de baraja y soleá,
de cante hondo y guitarra.
Curioso, el sol se filtra
por la mugrosa ventana.
Junto con el humo forma,
haces de luces doradas.
El ambiente huele a humo
de tabaco, a fritanga.
Huele a pobreza perpetua,
huele a simpleza aldeana.

¡Yo me encendí el cigarro,
yo vi el molino!

Cantan arrugadas voces,
que de arrugadas gargantas
van saliendo a borbotones,
como si de fuente, agua
fuera, cristalina y rica,
de manantiales del alma.
Cantan cuarenta en la mesa,
la suerte, que es siempre rara,
sonríe a algún parroquiano,
sonríe esta tarde en las cartas.
El vino corre a raudales;
el desasosiego amansa.

¡Se me apagó el cigarro,
perdí el camino!

Retorna con sus quejidos;
vuelve a cantar la guitarra.
Arrugada y quejumbrosa,
vuelve a alzarse la garganta.
Unos ojillos de niño,
desde su inocencia blanca,
quiere crecer cuanto antes,
desertar de la infancia,
cantar, como sus mayores
para alegrar su desgracia,
fandanguillos de taberna,
con vino, guitarra y baraja.

¡Perdí el camino, madre,
perdí el camino!

Ya se nos viene la noche;
la curiosidad apaga,
del sol tibio de la tarde,
su luz tranquila y dorada
que a través de los cristales,
se hacía presente en la tasca.
La noche va apagando ya,
las suertes de la baraja,
los fandangos machacones
y la voz de la guitarra.
¡Adiós, tregua de taberna
de vino, cante y baraja!

¡Se me apagó el cigarro,
perdí el camino!