Compañero de tarde y ventana,
que me susurra versos al oído,
y me transporta a tiempos en que he sido,
para entender lo que seré mañana.
Con tu quietud apagas la desgana,
que en el atardecer bello y florido,
deja mi mente, para el colorido
paisaje, que en mi alma se desgrana.
¡Qué nadie ose tu armadura romper!
¡Qué hasta mi tierra añorada y lejana
me acompañes en el atardecer!
¡Qué al sosegado y tranquilo Guadiana
conduzcas a mi melancólico ser,
en las tardes de siesta y persiana!.
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