lunes, 3 de octubre de 2011

Y dejé atrás...

Y dejé atrás
una vida sencilla,
de calor;
una vida sencilla de centeno
y de agua que corretea por las acequias
de mi vega.

Dejé atrás,
la simpleza de mi pueblo,
el olor generoso de mi campo,
en el atardecer luminoso de la primavera.

Deje atrás,
una pléyade de almas
que se fueron;
que se quedaron
en el aire, en la mente,
en el recuerdo, en la sombra.

Dejé atrás mis recuerdos,
enredados entre las ramas
de los chopos que se asoman
al Guadiana.

¡No dejaré, nunca, nada más atrás!,
me he prometido a mi mismo.

¿Volveré algún día
a por lo que dejé atrás?,
me he preguntado.

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