miércoles, 22 de enero de 2014

Alcanzar el pasado.

Estará cayendo la lluvia,
sobre los encinares verdes de mi tierra.
Y yo no estoy allí para verlo.

Y no está mi casa,
ni mi patio, existe ya,
ni mi infancia,
ni nada de lo que fui yo allí.
Todo reside ya en el pasado.

A veces miro al cielo, nublado,
lluvioso, mágnifico,
de Madrid,
a la caída de la tarde,
y ese cielo me trae recuedos,
lindos recuerdos,
tristes, alegres, recuerdos,
y veo en el cielo reflejado mi patio,
y mi casa,
y mi infancia.
Y a veces, alargo la mano
hacia el cielo gris de la tarde,
intentando alcanzar el pasado.
Y no puedo.

No se puede alcanzar el pasado,
ni siquiera,
el pasado escrito en un cielo nublado de invierno,
en los cielos de Madrid,
ese cielo que pintara una vez,
la mano de Velazquez.

Esta tarde lluviosa de invierno,
intenté llegar a mi otro yo,
a aquel que fui,
alargué mis manos,
lo intenté.
Ni que decir que no pude.

No se puede llegar al pasado,
ni se puede tocar el cielo con las manos.
"Sólo se puede conseguir eso,
siendo uno mismo pasado";
me dijo una voz interior,
y desistí.

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