sábado, 11 de abril de 2015

Las mesas de Juan Español.

Las mesas de Juan Español
están llenas de cocidos,
de suntuosos embutidos
y guisos de grasa y col.

Están vacías de quejas,
de crítica inteligente,
de cumplido diligente,
de la ley y sus madejas.

Están surtidas de pinchos,
de suntuosos Riojas,
de quesos tiernos, milhojas
y quesos viejos de cinchos.

Vacías de crítica están,
de palabra inteligente,
sobre futuro y presente,
sobre la vida y el pan.

El lúpulo cervecero
atonta, alela, idiotiza,
convierte al cerebro en tiza
y a su dueño en vil cordero

que sigue al rebaño entero,
mientras su boca agiliza,
un trozo de longaniza
y un suntuoso ajoarriero.

Juan, sentado a la mesa,
quiere antes mil perdices
que ocuparse del futuro

"¡Qué lo hagan otros!", piensa.
Un guiso de codornices,
antes que el mañana oscuro.

¡Qué rico que está el gazpacho!
Su sabor llama al empacho,
al igual que el salmorejo.
¿Y una olla de conejo?.

Mientras tú mueves el diente,
el legislador si piensa,
y vacía diligente
tu bien surtida despensa.

Juan Español, zampabollos,
despierta, qué estás dormido.
Te están robando los pollos,
esos que aún no has comido.

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