lunes, 19 de diciembre de 2011

Una mañana de diciembre.



El viento del norte, inclemente, frío, temporal; nos recuerda lo frágiles que somos. El viento del norte está aquí, en esta mañana de diciembre, llamando al hombre por su nombre: Frágil.
El viento del norte con sus grandes zarpas, en esta mañana de diciembre, juega con el agua de la gran tina que es la mar.
El viento del norte, en esta mañana de diciembre, tumba nuestros adornos paganos, nuestros abetos de mentira, ensortijados con la falacia, nuestro mundo de ensueño, nuestros castillos en el aire, nuestros sueños dorados de cristal y acero, nuestra crueldad disfrazada de paz y buena voluntad.
Y los hombres del campo; y los hombres de la mar, que miran al cielo de cuando en cuando, que no adornan sus vidas con cristalinas mentiras, se han puesto a temblar, en esta mañana de diciembre.
El viento del norte está aquí, por el momento, y nos mira, y se ríe de lo insensatos que podemos llegar a ser, de lo insensibles que somos.
El viento del norte está aquí y no vamos a poder vencerlo. Quizá; solamente el viento del sur pueda, cuando venga allá por...Quizá lo venza, para que volvamos a olvidar al viento del norte, hasta que vuelva una mañana de diciembre, como esta, gris, oscura, triste, inclemente, fría, temporal...

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