lunes, 16 de enero de 2012

Murallas viejas de piedra.



Murallas de piedra, tan viejas murallas,
de grandes batallas comidas de hiedra,
la joven adarga, cobarde, se arredra,
la vieja revive pasadas hazañas.

La gloria pasada no mueve molino,
viaja tiempo abajo camino del mar,
del mar del olvido. ¡Qué triste ese mar!
Viaja haciendo mar y haciendo camino.

Las viejas ciudades enseñoreadas,
adormecidas en las tardes de invierno,
sin saberlo, con un pie en el infierno,
tejiendo viejas historias desgastadas.

¡Como duerme España su eterna siesta!,
tras su opíparos festines pasados.
Casinos de provincias abarrotados,
plazas mayores de verbena y fiesta.

Viejo país abufandado y con boina,
de parálisis artrósica atacado,
pasota y desvalido, fracasado,
sacando a relucir rechufla y sorna.

Eterno repicar en los campanarios,
imágenes paseantes en procesiones,
de poetas amargados, tribulaciones,
acompañan la marcha Santos Rosarios.

Tarde triste de la triste España,
triste historia de un querer y no poder,
eterno juego de no ganar y perder,
insuficientes fuerzas, escasa maña.

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