martes, 7 de octubre de 2014

Un reto.

Era, mi pequeño piso alquilado, apenas un apartamento.
Diminuto, pequeño, mínimo.
¡Pero qué vistas!.
Los tejados de la ciudad, el cielo azul, gris,
de la tarde,
de la mañana,
la noche opaca novilunia,
la noche clara, plenilunia.
¡Qué vistas!
Lo he dejado. El apartamento, digo.
Me mudé a un piso más grande,
más cómodo,
muy luminoso, también,
desde donde sólo se ve la vida
de ladrillo rojo y persianas bajadas
del vecino enfrente.
No se ve la ciudad,
ni sus tejados con sus antenas,
ni su horizonte,
ni su lejanía,
ni su proximidad.
A partir de ahora me los tendré que imaginar.
Todo un reto...

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