Con el paraíso soñé
una noche de verano.
En el vi a los que se fueron,
a los que nos han dejado.
Vi un valle verde inmenso,
de un sol inmenso bañado,
de un sol inmenso bañado,
vi a mi gente y mi casa,
mi río y mi pueblo blanco.
Vi a mi abuelo que cargaba,
la mies en su viejo carro.
Vi a mi abuela que bordaba,
con mi madre a su lado.
Vi a mi padre con su andar
cansado, tras el trabajo.
Vi a mi niñez lejana,
jugando en mi patio blanco.
Vi agostos de calores,
noviembres de agua y barro,
eneros de gris y niebla,
floridos meses de mayo.
Y pensé que el paraíso,
ese al que nos marchamos
cuando dejamos el mundo,
está en nuestro pasado.
En los momentos felices,
que trístemente añoramos,
a los que volveremos,
cuando llegue nuestro ocaso.
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