A leña de chimenea
huele el aire del invierno,
a frutos secos, a nieve,
noches grandes, días pequeños.
Huele a infancia, ya pasada,
por los raíles del tiempo.
El tren del que nos bajamos,
y al que nunca subiremos.
Huele a hogar y a ropa limpia,
a Navidad, al Año Nuevo,
a casa de nuestros padres,
al fuerte olor de un brasero.
El invierno de mi infancia,
de la que ya no soy dueño,
quedó en el camino largo,
de la vida y del anhelo
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