De ciprés verde y erguido
se engalana la tarde.
De jazmín y azahar,
se ha perfumado el aire.
Primavera extremeña;
cielo azul, sol brillante,
un recogido nido
de amor, para poder amarte.
Un escogido lienzo
para poder plasmarte.
Mi pueblo; un mar de cal,
luce esta tarde más brillante.
El cielo raso y azul;
mi fiel acompañante,
susurrante, callado,
andarín, a mi lado, incansable.
El aire; suave y fresco,
de poniente a levante,
juega con los cipreses,
que obsequiosos le aplauden.
En verde prado tiendo
mi ser cansado y andante,
mi mirar busca el cielo
en la primavera de la tarde.
Muy elocuente, la pega es que eso solo lo vemos los españoles normales, los anormales solo ven memoria histérica.
ResponderEliminar