viernes, 26 de noviembre de 2010

Lágrimas para después de un destierro.

Nostálgico y atormentado,
con lágrimas en su mirada,
antes del destierro veía
por última vez su morada.

Ya no paseará en sus jardines,
ni en sus calles, ni en sus plazas.
De jazmín y azahar, sus tardes,
ya no estarán pefumadas.

¿Cuando renunció a su tierra?
¿Cuando regaló su patria?
¿Cuando, de par en par,
abrió al extraño su casa?

Cuando escondió la firmeza.
Cuando bajó la guardia.
Cuando el conquistador, palpó,
una grieta en sus murallas.

Adiós jardines floridos.
Adiós calles, adiós plazas.
Adiós tardes embellecidas,
de azahar y jazmín perfumadas.

Estas manos jamás volverán
a tocar la piedra tallada,
esa con la que los abuelos,
construyeron su atalaya.

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