miércoles, 22 de diciembre de 2010

Franco pasó por El Llano y paró: ¿Leyenda o Realidad?.

No sabría decir si es vedad o no. Cuando era niño, algunos de mis compañeros de escuela y de juegos, aseguraban que ellos se lo habían escuchado a sus mayores, que Franco había estado en mi pueblo. "Hace muchos años de eso. Mi padre y mi madre, aún, no eran ni novios", insistían. Al parecer fue en una mañana de junio. El Caudillo iba camino de la capital de nuestra provincia a través de nuestra comarca, inaugurando carreteras, la presa de El Monte, el canal y los "pueblos nuevos", los pueblos que nacían aquí y allá y que eran poblados por los colonos venidos de otras comarcas de nuestra tierra o, incluso, de otras regiones de nuestro país, hacia el dorado de la concentración parcelaria y el reparto de tierras del plan de puesta en regadío de los secarrales que formaban entonces nuestra comarca. Así que quedamos en que; pasar, lo que se dice pasar, Franco pasó por nuestro pueblo.
Pero; ¿también paró?. Eso es lo que dicen. Nadie lo asegura taxativamente, pero son muchos los que dicen habérselo oído a alguien, un abuelo, un padre, un tío. Franco iba de camino a la capital provincial, eso ya lo sabemos, en una tórrida mañana de junio. ¿O fue de julio?. Bueno, bueno, el caso es que hacía mucho calor ese día, así que el Caudillo ordenó a su comitiva que pararan en mi pueblo, en el bar "El Candil", la taberna que había entonces a la entrada del pueblo viniendo desde la Villarroga. Entonces la regentaba Severo Galán, el padre de mi tío Pablo, el que se casó con mi tía Julia, la hermana pequeña de mi madre. Nunca oí nada al respecto de la parada de Franco en la tasca de su padre a mi tío Pablo. Tampoco a mi tía Julia. Algo hubieran comentado al respecto, e incluso tendrían alguna foto del acontecimiento. Pero nada. El caso es que la gente del pueblo, o parte de ella, asegura que fue así. Que Franco, en un día de calor, del mes de junio o de julio, no sabemos bien, de hace ya muchos años, paró en "El Candil" con su comitiva y, además, dicen, que se tomó allí una cerveza fría y que estuvo hablando y departiendo un rato largo con los parroquianos que allí se encontraban, todos gente de campo, jornaleros, labriegos, pobres como ratas, que iban a diario a "El Candil" a ahogar sus penas en vino o a jugar la partida. Imaginaos a Severo, que en paz descanse, el padre de mi tío Pablo, cuando viera aparecer en su bar al Caudillo y éste le pidiera una cerveza y convidara a otra a su séquito. Imaginaos las caras de los parroquianos. Unos dicen que aquello fue así, otros dicen que no.
Hay quien dice que parar, paró. Pero no en "El Candil", ni a tomarse una cerveza. Dicen que paró obligado. El tío Obdulio, el hijo de la tía Irene, la hermana de mi abuela, contaba otra historia. Decía que habían mandado una circular al ayuntamiento anunciando que Franco pasaría por El Llano, camino de la capital. La noticia corrió como un reguero de pólvora por el pueblo. Decía el tío Obdulio, que era director de la banda municipal, que el estaba en el Ayuntamiento el día que llegó la circular, que recomendaba al alcalde anunciar el hecho al pueblo, para que la gente saliera a recibir a la comitiva del caudillo a la calle grande, que era por donde iba a pasar, camino de El Monte y de la capital. Dicho y hecho. Aquel día todo el mundo salió a la calle y se posicionó en la calle grande, que era entonces y sigue siendo ahora, travesía. Por esa calle transcurre la carretera que parte desde Augusta hasta la capital provincial. Imaginaos el panorama. Se anuncia que el Caudillo pasaría por allí camino de la capital, la noticia corre por el pueblo rauda y veloz. El día de autos, todo el mundo está allí, en la calle grande, a un lado y a otro de la carretera para ver a Franco. Contaba el tío Obdulio, que cuando el coche del caudillo entro en mi pueblo aminoró la marcha para que su Excelencia pudiera saludar a la gente que se había congregado allí. Iba en un coche descubierto, del que el tío no da detalles. Delante del coche descubierto donde iba Franco, iba uno cubierto en el que viajan sus guardaespaldas. De repente, Juan de la Hoz, que vivía en aquella calle ya por entonces y que era un franquista acérrimo, sale de entre la gente y se dirige a saludar al Caudillo con la mano en alto. Los guardaespaldas que iban en el coche cubierto de delante, paran, se bajan y se lían a mamporros con el pobre Juan, que solamente quería saludar a Franco, estrecharle la mano para, años después contárselo a sus y hijos y a sus nietos. Decía el tío Obdulio, que tuvo que salir el por entonces alcalde, Isidro Sánchez, en ayuda del pobre De la Hoz y, que gracias a el, los guardaespaldas del caudillo no lo mataron a golpes. Una vez pregunté a mi abuela sobre la veracidad de ésta historia y me dijo que no hiciera mucho caso de su sobrino Obdulio, que era un sinvergüenza y un borrachín. Me dijo que ella no se acordaba de si pasó o no y, que si Franco pasó por allí, desde luego no paró, que a lo sumo reduciría la velocidad el coche para saludar a la gente, pero que ella, tampoco se acordaba bien de aquello, pues en aquella época ella y mi abuelo, tenían cosas mejores que hacer que perder el tiempo en ver pasar un coche, que seguramente ni llevaría a Franco.
Hay quien dice en el pueblo que esto fue así. Hay quien dice que no. A lo mejor no fue Franco el que pasó y fue el doble que dicen las leyendas urbanas que tenía. Sea como sea, fuera cierto o no. El hecho no trascendió fuera de los límites de mi pueblo y, pasó a ser una de esas leyendas que pasan de padres a hijos y que nunca nadie sabe a ciencia cierta si son verdad o no.

1 comentario:

  1. Pasara o no pasara Franco tu pueblo es un gran pueblo, más que nada por la grandeza de su gente; con qué disposiciones acudieron a recibir a Franco, que tal vez no fue Franco el que pasó, que pudo ser su doble... Cualquiera sabe las cosas de los pueblos, o... si las saben las saben muy pocos...

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