domingo, 3 de marzo de 2013

No es tiempo de azul cielo.

No es tiempo de azul cielo,
sino negro de tinieblas,
los campos fríos y secos
quieren lluvia de respuestas.
No es tiempo para llorar,
es tiempo de elevar quejas.
La leche que se derrama
quiere lágrima y tristeza,
y la protesta requiere
goterones de firmeza.
El gris invierno se alarga,
la primavera no llega,
el frío agota la esperanza
de la gente de esta tierra.
Un día, los ídolos caerán,
se romperán las cadenas,
caerán con ellos los yugos,
embestirán con firmeza,
los bueyes que los llevaban
en sus espaldas a cuestas.
Hasta que llegue ese tiempo,
hoy sólo es tiempo de vela,
porque hoy el cielo está oscuro
y la noche viene negra,
los valles aún se confunden
cubiertos de densa niebla,
la noche aún está opaca,
oculta está su belleza.
Los bueyes, en los caminos,
dan dos pasos y tropiezan,
no han encontrado pastores
que les agarren las riendas,
que les conduzcan a prados,
y los retengan en cuesta.
La noche todo lo cubre,
con su dura manta negra.
Del cielo apenas se ven
unas lejanas estrellas.
La esperanza no se pierde,
muriendo está ya la niebla,
y vendrán muchos pastores
cantando por las veredas,
y llevarán a los bueyes
a prados de hierba fresca,
y el cielo será azul,
y en medio de las tinieblas,
alumbrando los caminos,
reinará la luna llena,
para que los mansos bueyes
no tropiecen con las piedras,
y vayan por los senderos
oteando las praderas.

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