Pozo de agotadas aguas,
hondo, en mi pena,
hondo, en mi alma.
Invisible a veces,
cómo un fantasma.
Sorprendente,
cómo el Guadiana,
que se esconde,
aparece, descansa,
se desborda,
se derrama,
y muere navegable y lejano
en la mar salada.
Cómo una novia,
que en una misma semana,
me deja y me desdeja,
me ama y me desama.
Cómo las espumosas olas
de la mar brava,
que golpean, se retraen,
y golpean en la roca cortada,
por el tiempo y por la mar,
que impenitentemente brama,
contra los cantiles
y las arenosas playas.
Cómo el sol en invierno.
Cómo la niebla tras el alba.
Cómo la bondad en la Tierra.
Cómo los rescolodos y las brasas...
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