domingo, 12 de junio de 2011

Me convertiré en aire.



Algún día, mi alma recorrerá
la inmensidad de mis campos, mi tierra,
ora campos de oro y centeno,
ora praderas verdes.

Y volaré errante por el cielo,
y miraré desde lo alto las piedras
desgastadas de las viejas ciudades
henchidas por la gloria.

Formaré parte de las nubes grises,
daré sombra a mi blanco pueblo
y me agua regará las pardas tierras,
siempre tan generosas.

Mi cuerpo tomará forma de aire
y removeré, juguetón, las ramas
verdes de los verdes chopos, que bailan
al pie de las riberas.

Me embriagaré con el etéreo olor
de los rosales, aromas de azahar,
de tomillo, de romero, de laurel.
Aromas de mi tierra.

Y seré feliz todos los instantes
de mi eterna existencia. Feliz
para siempre, jugando en los campos
entre los verdes chopos.

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