jueves, 7 de junio de 2012

La ciudad y sus plazas.


Rectilíneas, redondas, imperfectas, sin tacha. Las plazas de la ciudad. Donde la humanidad de viandantes reposa cuerpo y espíritu, durante los tórridos veranos, inclementes. Diríase que semejan esos templos orientales, majestuosos, con sus fuentes para las abluciones y sus enormes espacios para la meditación, para la paz, para la individualidad en medio de un mar de gentes.
Las plazas de la ciudad, a veces inmensos cuadrados, construídos con historia, piedra y argamasa, de vida cotidiana, de bullicio, de claroscuros, de recovecos, de rincones escondidos y privados, y sin embargo a la mirada de los curiosos abiertos, peligrosos a la caída de la noche, inofensivos a la inmensidad azul de la mañana.
Zonas nuevas de la ciudad, plazas abiertas, inmensas, con monumentos grandilocuentes, con inmensas fuentes que, diríanse diseñadas para competir con el mar y los ríos en bulliciosas aguas. artificiales y monótonas, de aguas cristalinas, dispensadoras de frescor en el estío de la ciudad. Las plazas son ese lado bueno que todo monstruo tiene. Ese monstruo que es la ciudad. Las plazas son el suelo sagrado de la ciudad, el terreno destinado a la paz, a la concordia, a la tregua cotidiana de la belicosidad cotidiana de la ciudad, del caos de la ciudad. Son las antiguas ágoras. Disertación. Discusión. Una parada en el duro camino cotidiano de la gran ciudad.

1 comentario:

  1. Hola, mi nombre es Sara y me gustaría ponerme en contacto contigo en referencia al contenido de tu blog. Mi correo es sara.aazam@nubbo.eu

    Muchas gracias y un saludo

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