lunes, 17 de septiembre de 2012

Frente a la sierra.

De madrugada lo mataron,
frente a la sierra,
y los olivos lloraban, gemían,
de dolor y tristeza,
y el cielo azul se tornó oscuro,
y se hizo más negra
la noche, antes suave, cuyo rostro
se perlaba de estrellas.
A partir de ese día fatídico,
jornada siniestra,
en que el hacha de la infamia
cercenó la belleza,
y sus poemas gitanos, flamencos,
se quedaron en tierra,
no quisieron viajar con Federico
e impregnaron la sierra,
con su olor a jazmin y azahar,
en las tardes serenas,
las tardes en las que García Lorca
entonaba sus penas,
antes que el verdugo lo matara
frente a la sierra.

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