sábado, 20 de agosto de 2011

A un olivo.



Olivo de la paz,
olivo del trabajo.
Viejo olivo,
omnipresente, mediterraneo.
Olivo de aceite,
perfume de los platos.
Olivo de calor,
matorral y monte bajo.
Olivo de azul turquesa,
de sur blanco y encalado.
Olivos; tantos olivos,
testigos en monte santo,
del llanto de un Mesías,
del llanto humano, del llanto santo.
Olivos adornen con su presencia
perenne, los campos.
Olivo docto,
inspiración de los sabios,
que en la ribera del Mare Nostrum,
a tu sombra,
su sabiduría adornaron.

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