miércoles, 10 de agosto de 2011

Vencí.

Planté mi pequeña tienda
frente a su enorme palacio,
desaforado, marmóreo, colosal.
Blandí mi pequeñez ante ellos,
y ellos, no pudieron vencerme.

Nunca pudo vencer el elefante
a la hormiga.

Puse mi dignidad encima de la mesa,
frente a su oro.
Pasé de largo frente a sus mercados,
llenos de seda,
llenos de marfil,
llenos de especias,
llenos de opulencia,
llenos de falsedad.

Me aparqué ante ellos,
sin ejército,
sin armas,
sin carros,
sin soldados;
bajados los brazos,
con la cabeza alta,
sin nada que ganar,
con mucho que perder.

Les vencí.

Llevé su guerra a mi terreno.
Les vencí,
porque su riqueza real
era yo;
les vencí;
porque me malgastaron;
les vencí,
por su opulencia;
les vencí,
por sus mentiras.

Les vencí porque les tenía que vencer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario