domingo, 10 de julio de 2011

Noche.



Suena el silencio en medio de la noche
que luce en su oscuro vestido el broche,
creciente y argentino de la luna,
que reina, creciente, bella, que acuna
mi vagar por el camino del sueño,
por reinos de los que no soy dueño,
ni señor, ni príncipe, ni redentor.
¿Es la noche mi medicina mejor?
Noche apagada, negra y confusa,
a veces suave como una blusa
de seda y de mujer amorosa
y atrayente, como una rosa
cuyo olor baile un vals interminable,
con la brisa suave y memorable
de una noche sin principio ni final.

¡Noche sin duelo, noche con paz,
brilla en el cielo luna inmortal!

¡Oh noches de vigilia del poeta,
del insomne, del guardián, del asceta!
Noche negra, sin luna ni horizonte,
guiada de la mano hacia el monte
de las ánimas, por la inoportuna
pesadilla, que por mera fortuna,
no sobrepasa la linea oscura,
de una noche de novilunio, dura,
de una noche con principio y con final.

¡Noche con duelo, noche sin paz!
¿Dónde en el cielo, luna inmortal?.

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