lunes, 4 de julio de 2011

El Mar.



Unas gaviotas juegan a lo lejos, fingiendo que pelean.
Un perfume salino lo inunda todo. Es el perfume del mar.
Ese mar testarudo, norteño, que se empeña, una, otra, y otra vez en ganar la partida a la tierra firme, y arremete contra ella, y salta por encima de ella, y a veces la asusta, y aveces parece, incluso, como si el mar venciera la partida a la tierra rocosa.
El cielo se ha vestido de un azul neblinoso, claro, casi blanqecino. El sol pica, suave, persistente. A lo lejos, allá, unos pescadores retornan a puerto de intentar engañar al mar. En los montículos circundantes, la primavera ha tendido una suave alfombra verde en el suelo. Más abajo, los acantilados lucen sus porosos y desgastados cuerpos, arrugados, cansados de siglos de lucha cotidiana contra el bravo mar, contra el insistente mar.
A lo lejos, unas gaviotas juegan, fingiendo que pelean.

2 comentarios:

  1. Una preciosa descripción :)
    Casi podía sentir la brisa del mar jaja

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  2. Muchas gracias. Bienvenida.
    Saludos.
    (Viriato)

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