Nos desterraron del paraíso,
nos regalaron el infierno.
Allí habitan nuestros hijos,
y allí lo harán nuestros nietos.
Allí cabemos todos: Píos
e impíos, vivos y muertos;
mujeres, hombres, viejos, niños;
los pacíficos, los violentos.
Su plaza allí tienen los ricos,
y allí su morada los necios.
Nunca, jamás en ningún sitio,
tantos hijos de Dios cupieron.
El hombre, el nieto del simio;
al que apartó Dios del averno,
miró al padre agradecido,
y en la Tierra creó el infierno.
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