En la noche de agosto vi a Dios creador,
con su benevolente inmensidad,
desde mi pequeñez y mi simpleza.
En la grandeza del oscuro cielo,
de años luz de estrellas iluminado,
danzantes como amazonas lejanas.
Me vi pequeño, estúpido, simple;
despojado de aires de grandeza,
bañado por una gran luna llena.
Sentí que era libre por una noche,
agradecí a Dios su generosidad,
hasta que el alba me apeó de mis sueños.
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